Breve guía sobre aplicaciones para meditar

Breve guía sobre aplicaciones para meditar

18 de agosto de 2016.

Columna del Lic. Martín Reynoso, Director y docente de posgrados de Neurociencias en UF.

Algunas prometen cambios significativos, incluyendo la disminución de síntomas como ansiedad y depresión. Tres recomendaciones para elegir la más apropiada.

En enero de este año una de las apps más masivas del mercado, Lumosity, producto que representa al mundo de las neurociencias, recibió una multa millonaria por “engañar a sus clientes” prometiendo, entre otras cosas, la mejoría de problemas como la declinación cognitiva, la disminución de la pérdida de memoria y la protección efectiva contra el Alzheimer y la demencia.

Esta medida “ejemplicadora” contra esta empresa que registra un impresionante número de usuarios en el mundo no parece haber impactado en la continua proliferación de cientos de apps en diversas ramas de la ciencia, y es el caso del Mindfulness también.

El Mindfulness es la única meditación con base científica

Pongamos algo en claro primero: la práctica sostenida de la meditación mindfulness, dentro de los protocolos estudiados, principalmente en el Center for Mindfulness, del Centro Médico de la Universidad de Masachussets, es la única que tiene reportes científicamente fundados de cambios en estrés, ansiedad y depresión (ésta última en pacientes estabilizados que quieren prevenir recaídas).

Existen muchas otras prácticas meditativas que producen cambios también, por supuesto, pero en cuestiones como el nivel de ansiedad en determinado momento (ansiedad estado, como la llamamos), o en la concentración o la relajación. De hecho, la relajación por ejemplo se obtiene de sólo hacer algunas respiraciones profundas durante algunos minutos o escuchar un sonido como el de un cuenco en condiciones normales (no de estrés). Pero de ahí a producir cambios significativos en la mente, el cerebro y la conducta, hay un gran trecho.

El mindfulness, practicado al menos durante dos meses de manera regular (diariamente, durante unos 30 minutos) parece actuar en zonas del cerebro como el córtex cingulado (procesos atencionales), la ínsula (procesos interoceptivos, o la capacidad de sentir corporalmente las sensaciones) y el cortex prefrontal (regula las conductas altruistas, inhibe la reactividad emocional). Numerosos estudios apuntan en este sentido y las imágenes del cerebro en el momento de la práctica así lo reportan.

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Problemas con las apps

Uno de los principales problemas que enfrentan las apps de mindfulness es que prometen demasiado. Sabemos que carecer de un instructor cara a cara dificulta ya de por sí el aprendizaje de la técnica. Si a eso le sumamos una ambiciosa propuesta de “cambiar tu vida” o “modificar de raíz las conductas”, estamos en presencia de una peligrosa app “vendehumo”.

Headspace es una de las apps de este tipo, según el sitio web mindfulonline. Para quienes estudiaron esta aplicación, “decir que la práctica de 10 minutos de mindfulness durante 10 días (propuesta de la aplicación) puede cambiar radicalmente algo, parece exagerado”. Headspace tiene, como la mayoría de los programas que ofrece la web de manera gratuita, la posibilidad de acceder a otra prácticas abonando una determinada cantidad de dinero, que se puede hacer con tarjeta de crédito.

Además de prometer demasiado, las apps en general no señalan quiénes son los potenciales beneficiarios de los audios de práctica: ¿es lo mismo tener niveles de ansiedad ligeramente altos que presentar un trastorno de ansiedad clínicamente significativo? ¿es similar la situación de una persona que está pasando un momento de angustia relacionado con cambios vitales que los síntomas depresivos de una persona con un trastorno afectivo?

Considerando que la prevalencia de estos trastornos (ansiedad, depresión, etc), sumados, alcanzan a buena parte de nuestra población, ¿no se está ofreciendo un producto de manera indiscriminada?

Consejos para elegir una app Quizás lo principal sea tener en cuenta los límites de este recurso: al no disponer de un contacto personal con un instructor de mindfulness y no conocer las características del usuario, es imposible garantizar el impacto de la práctica de los audios.

De todas formas, podríamos hacer tres sugerencias en el momento de descargar una app para tu móvil:

-Conocer cuál es su propósito. ¿Está explicitado en los fundamentos de la aplicación? Es conveniente observar si su target es muy general o si describe algunos posibles beneficiarios específicos. Si la idea es solamente darnos “un baño de mindfulness”, esto es, introducirnos en los principios de la técnica, casi cualquier app puede venir bien.

-¿Cuenta con el respaldo de alguna investigación que la avale? En todo caso, si no es así (casi ninguna lo tiene), ¿al menos sus audios son muy similares a los que se enseñan en el protocolo del programa de Mindfulness? Por ejemplo la app de Zindel Segal, llamada MMB (mindful mood balance, es decir, equilibrio emocional basado en mindfulness), está rigurosamente ajustado al programa MBCT (mindfulness based cognitive therapy) que se brinda en distintos centros médicos del mundo para prevenir las recaídas en la depresión. Quizás no es tan atractivo para practicar, pero sí seguramente más efectivo.

-Música y cosas relajantes no sirven: en todo caso, sólo brindan un bienestar momentáneo y cierta desconexión de los estresores cotidianos, pero sabemos que no funcionan como impulsores de un cambio cognitivo-emocional real.

Ojalá esta breve guía te ayude a elegir y puedas probar, con criterio y verdadero deseo de autosuperación, las distintas herramientas tecnológicas que tenemos a nuestra disposición en la actualidad.

Extraído de: Clarin.com – Buena Vida, Ser Zen.

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