Cuando la envidia provoca placer

Cuando la envidia provoca placer

25 de julio de 2017. Opinión de la Lic. Sol Fittipaldi, Becaria doctoral del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCYT).

El placer ante el infortunio ajeno es un fenómeno psicológico normal que tiene explicación y sentido.

Seguramente (aunque sea alguna vez en tu vida) sentiste (aunque sea un poco) de envidia por otra persona. La envidia es una emoción displacentera, dolorosa e irracional. Se caracteriza por sentimientos de inferioridad y resentimiento producidos al tomar consciencia de que otra persona posee una cualidad superior, un logro o una posesión. Cuando sentimos envidia experimentamos un deseo de poseer aquello que tiene el otro. O tal vez deseamos que el otro no la tenga más ¿Y qué pasa si a esa persona que envidiamos le ocurre algo malo? Las investigaciones han mostrado que las personas podemos sentir placer ante el infortunio de la persona envidiada, algo así como un sentimiento reforzante, regocijante, aunque realmente no estemos ganando nada. En otras palabras, lo opuesto a sentir alegría por la fortuna del otro.

Puede sonar un poco aterrador, pero se trata de un fenómeno psicológico normal, frecuente, que tiene una explicación y un sentido. El placer por el infortunio ajeno es una emoción que se ha estudiado de manera científica y hasta tiene nombre propio: se usa el término alemán schadenfreude para referirse a este proceso.

¿Por qué sentimos placer cuando a una persona que envidiamos le ocurre algo malo? Estudios recientes de neurociencias han relacionado la envidia con la actividad de áreas cerebrales que participan en las experiencias de dolor y de malestar y exclusión social, como la corteza cingulada anterior. Así, estos trabajos sugieren que la envidia es una suerte de “dolor social”, probablemetente relacionado con el temor a quedar afuera o a no tener algo valorado como importante. Entonces, cuando le ocurre u infortunio a la persona que consideramos “aventajada”, ello contribuye a reducir la brecha que creemos existe entre esa persona y uno mismo. Como consecuencia, el malestar o dolor se reduce, induciendo un sentimiento placentero (el schadenfreude).

De hecho, se ha observado que este sentimiento de placer se asocia con la actividad de áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento de las recompensas, de los premios, como el estriado ventral. El cerebro procesa la experiencia de schadenfreude como una ganancia psicológica de manera similar a como procesa una ganancia real. El hecho de que la otra persona esté en una situación peor hace que nuestra situación sea un poco mejor, como la “la vida hiciera justicia”.

¿Por qué es importante estudiar estos fenómenos desde un punto de vista científico? La envidia y el schadenfreude son emociones, y las emociones tiene defectos sobre nuestra atención, motivación y acción. Y esos efectos pueden ser productivos o destructivos. La envidia puede motivarnos a potenciar nuestro desempeño para obtener aquello que deseamos. Pero la envidia y el schadenfreude también pueden motivarnos a sabotear a nuestros oponentes.

Afortunadamente, los seres humanos solemos tener flexibilidad para decidir si llevar a cabo las acciones  a las que nos inducen las emociones. Sin embargo, el procesamiento de las emociones y la capacidad de regularlas puede verse afectada en ciertos trastornos neurológicos o psiquiátricos, impactando de manera negativa en las relaciones con los demás. Por lo tanto, el estudio científico de las emociones, desde las más básicas (como el miedo o la alegría) hasta las más complejas (como la envidia y el schadenfreude) es clave para comprender mejor cómo nos vinculamos con otras personas, cómo y por qué algunas personas tienen problemas en las relaciones sociales y cómo se pueden tratar.

Extraído de: Clarín.com – Buena Vida

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