No puedo parar, Columna de Facundo Manes

No puedo parar, Columna de Facundo Manes

30 de enero de 2017. Columna del Dr. Facundo Manes, Rector de la UF.

La desatención y la hiperactividad son los comportamientos que caracterizan al trastorno por déficit de atención (TDHA). Quienes lo padecen tienen dificultad para concentrarse en un solo objetivo, aunque pueden prestar atención si se trata de actividades agradables.

Hablaba constantemente y se distraía con frecuencia. Las maestras se quejaban porque era inquieto. Su madre, que hasta ese momento pensaba que se trataba de actitudes típicas de los varones, decidió consultar al pediatra de la familia. Tras una serie de estudios sobre la atención, a los 9 años, Michael Phelps, el nadador olímpico que más medallas doradas ganó, fue diagnosticado con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH o ADHD, por sus siglas en inglés). Desde entonces y hasta ahora, gracias al apoyo de la familia y técnicas aprendidas a lo largo del tratamiento, logró lidiar con eso. El deporte cumplió un rol esencial: “Me ayudaba a relajarme. Me sentía cómodo en el agua. Era estar en mi propio mundo”.

La desatención, la hiperactividad y la impulsividad son los comportamientos que caracterizan esta condición. En consecuencia, las personas con TDAH tienen dificultad para concentrarse en un solo objetivo y se aburren con una tarea luego de minutos; aunque pueden prestar atención sin esfuerzo si se trata de actividades que les resultan agradables (como Phelps con el agua).

Solía considerarse el TDAH como un trastorno propio de la infancia que luego desaparecía o se atenuaba. Sin embargo, se ha demostrado su persistencia en gran proporción de adultos que fueron diagnosticados como TDAH en la niñez. Se estima que en la actualidad su prevalencia es del 3 al 9% de los niños en edad escolar y se calcula que entre el 40 y el 70% de ellos continúan presentando síntomas durante la adolescencia y la edad adulta. Esto puede causar serias dificultades en su desarrollo.

Si bien su origen continúa siendo incierto, es importante remarcar que estudios genéticos, neuropsicológicos, de neuroimágenes y de neurotransmisores, como la dopamina, indican una base neurobiológica para el TDAH. Además, la transmisión genética ha sido documentada a través de diversos estudios. De todas maneras, los hallazgos de diferentes ramas de investigación sugieren una causa multifactorial en la que interactúan factores ambientales, genéticos y biológicos.

El aumento de la prevalencia de esta condición es objeto de controversia. Algunos culpan a la industria farmacéutica que promueve fármacos que alivian los síntomas, otros a la demandante vida moderna y digital. Muchos especialistas coinciden en que se trata de un trastorno que está sobrediagnosticado. No obstante esto, a la vez hay personas que sí cumplen la condición pero que no reciben diagnóstico ni tratamiento. Según estimaciones, sólo uno de cada 10 adultos con TDAH recibe ese diagnóstico. Dentro de este grupo suele encontrarse a quienes solamente presentan síntomas de desatención con dificultad en la organización y planificación, pero que no tienen conductas impulsivas ni hiperactividad. Como consecuencia, suelen fracasar en la concreción de sus objetivos en la vida ya que no reciben el tratamiento adecuado.

Su diagnóstico es clínico y debe ser realizado por profesionales entrenados en el manejo de esta condición. Es necesario remarcar que no toda persona que es hiperactiva, desatenta o impulsiva tiene un TDAH. Existen diversas alternativas terapéuticas para mejorar la calidad de vida de la persona con TDAH y su familia. Es clave un tratamiento multimodal en el que se integren todos los recursos disponibles. El caso de Phelps da cuenta de algo extraordinario y enseña que es posible sobreponerse a condiciones adversas y alcanzar la meta.

Extraído de: Clarían.com – Revista VIVA

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