“Ilusión de control”, un modo de calmar la ansiedad frente al virus

“Ilusión de control”, un modo de calmar la ansiedad frente al virus

6 de marzo – Columna de opinión del Dr. Fernando Torrente Decano de la Faculta de Ciencias Humanas y de la Conducta y Director de Posgrados UF en el Diario La Nación.

Una pregunta recurrente en distintos medios es por qué se agotan los barbijos si no sirven para impedir la propagación del coronavirus. Este comportamiento irracional nos sirve para comprender cómo pensamos en contextos especiales como una epidemia. Al día de hoy, de acuerdo con los especialistas, las probabilidades de contagio del Covid-19 en el país son bajas. Las recomendaciones de los organismos de salud son claras. Sin embargo, el temor en algunas personas genera recaudos excesivos. Este panorama podría cambiar, razonan, y deberíamos prepararnos.

¿Pero cuál es la medida exacta de las precauciones para que sean racionales? Para responder, debemos comprender cómo pensamos en situaciones de incertidumbre. Cass Sunstein, estudioso de la economía del comportamiento, invoca el fenómeno de la “negligencia de la probabilidad”: frente a un evento nuevo, peligroso y de impacto emocional como el coronavirus, solemos hacer caso omiso de las probabilidades reales. Más bien, como mostraron el premio Nobel de economía Daniel Kahneman y su colega Amos Tversky, calculamos la probabilidad de un evento de acuerdo con la facilidad con que los casos vienen a nuestra mente. Así cuanto más escuchamos de nuevos casos del virus, más probable lo juzgamos. Cuanto más atemorizantes los retratos, más memorables se vuelven y más crece la sensación de riesgo. Dado que el coronavirus es un peligro para la salud, pensar en él activa emociones que aumentan la percepción del riesgo. Según Norbert Schwarz, usamos el afecto como información: si siento temor, luego hay peligro. A su vez, la ansiedad nos lleva a tomar medidas de seguridad. Hacer algo nos tranquiliza y somos presas de la “ilusión de control”. Comprar barbijos nos alivia, pero no sin costos. Los efectos de los reaseguros ilusorios son transitorios y luego la ansiedad vuelve reforzada. Estos fenómenos ocurren en una caja de resonancia social, pues somos sensibles a lo que los demás hacen: si la demanda de barbijos sube, por algo será.

¿Cuál debería ser la medida de las precauciones para protegernos del riesgo, pero también cuidar la psiquis? Seguir las recomendaciones actualizadas de los organismos de salud competentes y reconocidos, ni más ni menos. Hacer de más no reduce el riesgo real, alimenta la ansiedad y provoca percances innecesarios a nivel social: desabastecimiento de productos y gastos innecesarios. Hacer de menos puede ser un problema también: es común que las personas no atendamos a las recomendaciones de salud. Por ello, más que hacer más cosas que no sirven, deberíamos hacer bien las cosas que sí sirven. Enfocar nuestra atención en las recomendaciones actualizadas y confiables, al pie de la letra, puede darnos el equilibrio entre reducir los riesgos reales y sentirnos protegidos.

Extraído de: La Nación.com.ar | El Mundo

 

 

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