Revista Gente: Entrevista a la Dra. Liliana Favaloro

Revista Gente: Entrevista a la Dra. Liliana Favaloro

23 de julio de 2017. Entrevista a la Dra. Liliana Favaloro, Presidente de la Fundación Favaloro

A 50 años del By-Pass

La Fundación Favaloro hoy encontró el camino de la sustentabilidad y con palabras de su sobrina recordamos al genial René a poco de cumplirse medio siglo del invento que revolucionó la medicina.

Quiso el destino que Liliana Favaloro naciera en Jacinto Araúz, el famoso pueblito de La Pampa donde su tío, una de las personalidades más trascendentes de nuestra historia, fue a tender su mano de médico. “Fue en 1958 y René ya llevaba ocho años en el lugar. Pensar que había ido por tres meses y terminó quedándose doce años… Mi nacimiento lo asistieron él y mi papá, Juan José, también cirujano. En Araúz la cosa era así. Hasta estaba la comadrona… Dos de los cuatro sobrinos de René -que no tuvo hijos-, nacimos allá”, cuenta Liliana, quien 59 años después es directora de la Fundación Favaloro y honra el legado del célebre cirujano.

Se sabe: el Instituto, creado al regreso de su mentor desde los Estados Unidos, atravesó por doferentes etapas. Y vivió una profunda crisis financiera a fines del siglo pasado, penosa situación que derivó en el suicidio de su fundador, el 29 de julio del 2000, a sus 77 años. “Su  muerte nos sigue doliendo, por supuesto, pero uno canaliza el dolor a través de todo esto, que era lo que a él le apasionaba”, cuenta Liliana, cardióloga, casada, con cuatro hijos quienes, curiosamente, no siguieron los pasos del abuelo, tío abuelo y mamá.

Su  muerte nos sigue doliendo

Este año, además, se cumple medio siglo de aquel hito de la medicina cardiovascular: el bypass, una técnica quirúrgica pergeñada por él y que cambiaría para siempre este tipo de intervenciones a nivel mundial. Celebrarlo es, sin dudas, toda una obligación.

Toda la familia ya tomaba conciencia de la importancia que estaba adquiriendo René

-Doctora, usted era muy chica cuando su tío revolucionó la medicina con el bypass.  

-Tenía nueve años, pero toda la familia ya tomaba conciencia de la importancia que estaba adquiriendo René. Cada vez que se iba o llegaba de Estados Unidos, era un plan ir a Ezeiza. Su influencia, al igual que la de mi padre, es obvia; también de la parte materna (los Baruil) tuvimos médicos rurales.

-¿Cómo recuerda a René?    

-Como una persona de las que hay pocas en el mundo, por su diversidad de conocimientos. Le sobraba capacidad no sólo para llevar adelante un proyecto médico: era un apasionado por la Historia -leía y escribía, amaba a San Martín y a Bolívar-, por la educación. Le encantaba su huerta, amasar pasta… Cuando estaba en Europa no iba a museos, sino al campo, a charlar con la gente. Eso lo llenaba. Le encantaba interactuar con las personas y se mimetizaba con ellas.

-¿Qué le contaría a un joven de esta época si tuviera que describir su legado?

-Destacaría su compromiso y patriotismo. Porque tranquilamente se podría haber quedado en los Estados Unidos y tener una vida súper cómoda. Pero vino a comenzar esta tarea acá. Eso es parte del esfuerzo y la pasión qué tenía, algo que ahora, por ahí, falta un poco… Siempre se ocupó de los temas sociales, de la atención primaria, de intentar mejorara a la comunidad.

SIEMPRE VIVO

A más de una década y media de su traumática muerte (para la familia, claro, pero también para la sociedad), la Fundación Favaloro logró resurgir de sus cenizas. “En el 2000 esto era comprobable a un terremoto… Era sacar escombros y empezar a ver cómo levantarnos y aggiornarnos en la parte de gestión”, cuenta Liliana.

Y agrega Oscar Mendiz, director del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Favaloro: “Cuando René decide volver a la Argentina, escribe una carta diciendo que iba a formar una institución que se dedicara no sólo a la asistencia, sino también a la docencia y la investigación. Y funda el instituto de investigaciones básicas, que se transforma en la Universidad Favaloro. En 1992 logra inaugirar el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, que hoy yo dirijo. El quería que funcionara como los centros universitarios en los Estados Unidos, y eso tiene sus dificultades. Nosotros vivimos en la Argentina, en una realidad diferente… El resto de la historia es conocido: la crisis, la pérdida del líder, el impacto tan grande que significó… Si se le suma que la institución estaba prácticamente quebrada, surgió la necesidad de reformularnos para hacernos sustentables. Y ese proceso se cumplió. Hoy podemos vivir de nuestro trabajo, pagar las cuentas que teníamos y cumplir con las cargas impositivas y sociales como cualquier empresa, aún las que teníamos antes de la muerte de Favaloro”, comenta Mendiz, quien lleva veinticinco años en la institución.

-¿Cómo se logró eso, doctor Mendiz?

-Siendo eficientes. Trabajando más y haciendo las cosas más ordenadamente. Estando seguros de que alguien tiene que pagar nuestro trabajo. Eso lo aprendimos: nos costó, pero no podemos suplir al Estado. Podemos colaborar con la salud pública, pero no remplazarlo. Ahí, radica el gran cambio en la institución. Cuando muere Favaloro éramos más o menos ochocientos empleados, y ahora somos casi dos mil. Y el número de procedimientos que se hacen es muy superior. Aparte de las reformas edilicias, hubo cambios organizativos. Cualquier institución de salud es endeble, porque la rentabilidad es extremadamente baja. En estos tiempos, más aún: no cobrás dos meses y quebrás. Pero podemos vivir sin subsidios. Lejos de donde estábamos, con el peligro de desaparecer, hoy nuestro objetivo es ser sustentables manteniendo la misma calidad médica. En eso nunca se regateó.

-Es un alivio saber que están en esa senda, Liliana.

-Sí, sí… Mucho mejor, sin dudas. Sólo que no pudimos continuar con lo que René quería, que era atender medicina para todos. Tenemos todas las obras sociales, pero en 2007 tuvimos que cortar la atención a pacientes pobres, sin cobertura, porque el convenio era el mismo que en 1994. La hotelería y la atención del médico eran gratuitos, pero los insumos estaban desactualizados y significaban una sangría que no podríamos sostener.

-Qué recuerdo, de tío a sobrina, le viene siempre a la mente?

-Ja… Cuando nos llevó de vacaciones a los Estados Unidos en 1968. Justo él, que nunca se tomaba ni un día… Tenía un auto viejo. Curzamos el país de costa a costa, desde Ohio a Los Angeles. Era muy compinche. Una persona extraordinaria.

Extraído de: Gente Online

 

 

 

 

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