
Noel de Castro, futura astronauta argentina: “Quiero representar a mi país en el espacio”
Entre vuelos en gravedad cero y experimentos caseros, la argentina Noel de Castro teje un camino que busca acercar la ciencia a las familias y abrir la puerta al universo para toda una generación.
Desde chica, en las noches claras de Cafayate, me acostaba a mirar el cielo. Las estrellas eran mi refugio, mi ventana a un universo que sentía infinito. No imaginaba que, años más tarde, ese asombro se convertiría en una vocación: hoy estoy en Estados Unidos entrenándome para ser astronauta como parte del programa internacional Project PoSSUM, vinculado a investigaciones de la NASA. Soy salteña, ingeniera biomédica y desde hace un año cambié mi vida por completo por esta pasión.
Vuelos en gravedad cero, simulaciones de falta de oxígeno, manejo de trajes presurizados, buceo, pilotaje y paracaidismo forman parte de mi rutina. Todo orientado a un mismo propósito: prepararme para una misión espacial que podría concretarse en 2027, cuando Argentina, gracias a un acuerdo entre CONAE, la Secretaría de Innovación y Axiom Space, podría tener su primera astronauta.
Herencia científica
Pero mi historia empezó mucho antes, en familia. Mi papá, ingeniero químico, fue quien me empujó hacia la ciencia: me llevaba a su trabajo y me mostraba cómo funcionaban los procesos. Mi hermana, con la que compartí juegos, locuras y experimentos improvisados, fue mi primera cómplice. Y mi mamá, siempre acompañando, completó esa base de apoyo que me marcó para siempre.
De chica ya sabía que me apasionaba investigar. Dudé entre física y medicina, hasta que encontré la ingeniería biomédica, esa mezcla perfecta entre tecnología y salud. Me recibí en la Universidad Favaloro en 2023 y desde allí orienté mi carrera hacia la bioastronáutica, un campo fascinante que estudia cómo se adapta el cuerpo humano a condiciones extremas como la microgravedad o la hipoxia.
A veces me preguntan cómo fue abrirme camino en un ámbito históricamente masculino. La verdad es que nunca sentí un prejuicio directo por ser mujer, aunque sí noté la ausencia de otras mujeres. En mi máster en ingeniería aeroespacial soy la única, y en reuniones con empresarios y políticos casi siempre me tocó tratar con hombres. Más que barreras, lo que encontré fue vacío: faltan referentes, faltan voces femeninas. Creo que parte de mi misión también es abrir camino para que otras puedan llegar.
El universo para todos
Hoy convivo con dos facetas: la de científica en formación para el espacio y la de divulgadora. Hace poco publiqué mi primer libro, Haciendo ciencia en familia, que nació casi de casualidad. Mientras soñaba con armar un campamento para chicos en el Kennedy Space Center, empecé a grabar experimentos caseros para redes sociales. El entusiasmo fue tan grande que un día me senté a escribir y en 24 horas tenía un borrador completo. Lo que siguió fue darle forma y publicarlo.
El libro reúne experiencias simples, con materiales que todos tenemos en casa: un globo, vinagre, maicena, agua. La idea es mostrar que la ciencia está en lo cotidiano, que no hace falta un laboratorio para experimentar. Mi favorito es el de la maicena con agua: un fluido que se comporta como sólido o líquido según la fuerza que apliques. Lo probé con familias en Estados Unidos y siempre genera la misma reacción: sorpresa y risas.
¿Por qué lo escribí? Porque creo que los niños son los que mejor nos muestran hacia dónde puede ir la ciencia. Necesitamos escuchar sus intereses y darles herramientas para explorar. Con mi libro busco plantar esa semillita de curiosidad. Tal vez una nena que hoy haga slime en la cocina mañana sea ingeniera, física, médica… o astronauta.
A veces me preguntan qué siento cuando me dicen ‘astronauta’. Yo prefiero pensarlo como un sueño en construcción, pero también como una responsabilidad enorme: la de representar a mi país en el espacio, la de ser embajadora de la ciencia. Para mí, la ciencia es un puente que va más allá de la política, la economía o la religión. Es algo que nos une como humanidad.
Modelo a seguir
Mis referentes están afuera, como la astronauta Sian Proctor en Estados Unidos o Katya Echazarreta en México, la primera mujer mexicana en el espacio. Ambas me inspiran por su capacidad de abrir camino para nuevas generaciones. En Argentina todavía falta ese recorrido, aunque siento que cada vez hay más apertura y más interés. Muchos chicos me escriben y me cuentan que descubrieron vocaciones nuevas a partir de mis experimentos o charlas. Eso me da esperanza”.
“Si una nena se me acercara y me dijera: ‘Quiero ser astronauta como vos’, le diría que sí, que es posible, que yo estoy abriendo un camino no solo para mí sino para todas las que vengan después. El viaje es largo, hay que estudiar mucho y entrenarse, pero hoy esa posibilidad es real.
Mi próximo gran sueño es ser referente en Argentina, ayudar a abrir la industria espacial en el país y demostrar que desde lugares como Salta también se puede llegar al espacio. Quiero que más chicos y chicas se animen a mirar el cielo y pensar: ‘yo también puedo estar ahí’. Mientras tanto, sigo entrenando, sigo escribiendo y sigo jugando a la ciencia, porque en el fondo se trata de eso: de no perder nunca la curiosidad’.
Extraído de: Marie Claire





