“El sistema de salud argentino tiene necesidades y carencias”, afirmó el premio Konex en cirugía, Gabriel Gondolesi

“El sistema de salud argentino tiene necesidades y carencias”, afirmó el premio Konex en cirugía, Gabriel Gondolesi

Entrevista al Dr. Gabriel Gondolesi,  Integrante del Consejo de Administración UF y Director del Laboratorio de Investigación Traslacional e Inmunología asociada al Trasplante del IMETTyB (UF-CONICET), Docente UF, en Infobae.

Su carrera como investigador en salud y sus innovaciones en trasplantes multiórganicos le valieron el reciente premio. En diálogo con Infobae, cuál es la realidad de la salud y los científicos argentinos.

La historia del doctor René Favaloro es ampliamente conocida por los argentinos, pero también por gran parte de los científicos y profesionales de la salud del mundo. Su accionar y su postura ante la humanidad es una fuente de inspiración de especialistas que buscan honrar sus conocimientos y, además, dejar un legado. Uno de ellos es Gabriel Gondolesi.

En su Tandil natal conoció la figura de Favaloro al recibir de su madre, aún siendo un niño, el libro “De la pampa a Estados Unidos”. “Me sirvió de ejemplo o inspiración”, afirmó a Infobae quien fuese uno de los distinguidos con el el Premio Konex en Ciencia y Tecnología, área Cirugía 2023, y se desempeña como Jefe de Trasplante Hepático, Jefe de la Unidad de Soporte Nutricional y Trasplante Intestinal, Jefe de Trasplante Pancreático; y Jefe de Cirugía General y HPB, en el Hospital Universitario Fundación Favaloro; y desde el 2017, trabaja junto a la Sociedad Mundial de Trasplante (TTS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS/WHO), en contra de la venta y el tráfico de órganos y tejidos (entre muchos otros cargos).

Durante su carrera, no solo conoció al creador de la cirugía de revascularización coronaria, más conocida como by-pass, sino que logró emularlo al realizar distintas innovaciones en su propio campo: la cirugía de Transplante Multiorganico Abdominal. Y como Favaloro, tuvo que emigrar para poder aprender e investigar, pero también innovar. Una acción que salvó, y aún lo hace, a cientos de personas.

Hoy, con más de 30 años de profesión, Gondolesi no solo suma varios cargos (y vidas salvadas), sino también una visión sobre el sistema de salud y la investigación clínica en la Argentina que son necesarias para entender la situación actual y pensar el futuro. Un profesional que, por la noche y ante el desvelo que provoca la espera de un órgano, o entre largas cirugías y el control de los pacientes, se toma el tiempo para reflexionar y compartir su visión sobre un horizonte que, en sus propias palabras, necesita atención.

Un camino, una trayectoria y un regreso

“Como nieto de inmigrantes, de chico escuché todo lo bueno que la Argentina ofrecía, sobre todo para aquellos que debieron dejar la Europa de la postguerra. Lamento que hoy, nosotros, no lo podamos ver de esta manera. Por eso coincido con la apreciación que ‘fuimos un país de abuelos inmigrantes para convertirnos en un país de nietos emigrantes’”, dice con pesar.

El libro de Favaloro lo impulsó a decidir su camino como médico, pero fue su figura la que lo empujó a repetir sus pasos. “Me forme en instituciones públicas. Me gradúe en facultad de ciencias médicas de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP), en una época en la que, como hoy pero 31 años después, continúan ingresando más de 3000 alumnos sin examen, pero solo finalizan sus estudios menos de 300″, indicó.

“Durante mis estudios universitarios, conocí profesionales que me trasmitieron no solo conocimiento, sino la pasión por la medicina y por la adquisición constante de conocimientos”, afirmó con seguridad. Una necesidad que lo llevó a emigrar para aprender procedimientos que no se hacían en la Argentina. “Conocí médicos destacados que me acompañaron en los pasos siguientes de mi carrera en el Hospital Mount Sinai de Nueva York, donde llegue a ser jefe de servicio”, señaló.

Sin embargo, antes de armar las valijas y aún en la ciudad de La Plata, Gondolesi conoció a quien se convirtió en su mentor, en ese momento decano de la Facultad, el doctor José Carlos Fassi, que además era amigo de Favaloro: “Le dije que quería formarme no solo en trasplante renal, que era lo que él hacia, sino aprender hígado e intestino. Luego el propio René, nos recibió para una entrevista y posteriormente inicie mi formación como fellow en cirugía HPB y Trasplante hepático en su institución”.

Al tener especialidades distintas, los encuentros con esta figura de la cardiología eran momentos antes de entrar al quirófano. Sin embargo, antes de finalmente emigrar se despidió de él: “Me dijo que cuando quisiera volver lo llamara, que podía volver a la Favaloro y que me mantuviera en comunicación”. Pese a que intentó regresar en el 2001, las condiciones del país no lo permitieron y debió esperar hasta el 2005. Pero la decisión estaba tomada.

“Teniendo 3 ofertas laborales de importancia en EE.UU., junto a mi esposa, decidimos regresar a la Argentina; y volver al Hospital Universitario Fundación Favaloro. Desde el 2006, el apoyo institucional incondicional, y al armado de equipos multidisciplinarios permitió realizar prácticas innovadoras en el país y en la región como el trasplante intestinal, el multivisceral (todos los órganos abdominales), hepato-cardíacos, hepato-pulmonares, de hígado con dos donantes vivos, o indicaciones nuevas como el trasplante hepático por metástasis hepáticas de tumores neuroendocrinos o de cáncer de colon, o el trasplante de páncreas en diabéticos no tipo 1, y otras″, enumeró.

Es por eso que, con este camino recorrido, su visión sobre el sistema de salud y sobre la investigación clínica, de la cual es parte esencial, no solo es más que autorizada, sino que además pone de manifiesto un futuro preocupante: “No sé si podremos seguir sosteniendo lo construido”.

La ciencia, junto a la medicina

En la actualidad, Gondolesi también es Investigador en Salud del CONICET, elegida como la entidad más prestigiosa dedicada a la investigación en América Latina en 2023, y se desempeña como Director del Laboratorio de Microcirugía Experimental, Inmunología y Trasplante que pertenecen al Instituto de medicina traslacional, trasplante y bio-ingenieria, (IMETTyB) de doble dependencia UF-Conicet. Es por eso que, además, posee una mirada sobre la investigación científica.

“El CONICET tiene dos tipos de carreras de investigador científico en la medicina: de investigador en salud y la de investigador científico. En la segunda, no se puede ejercer como médico, se te bloquea el título y por eso recibís un sueldo. En la primera, es ad-honorem, pero permite poder llevar a la práctica lo que se investiga. La falta de incentivo económico, y la realidad de los médicos en la actualidad, hace difícil incentivarlos para puedan hacerlo. Hoy solo somos 110 investigadores en salud en todo el país”, afirmó Gondolesi.

-¿Cuál es la situación actual en la práctica médica?

– Los profesionales de la salud, para poder vivir dignamente, tienen un promedio de 4 trabajos. Los pagos por una consulta médica no alcanzan para pagar una pizza. No dudo del justo valor de la segunda, pero claramente entiendo lo injusto del primero, sobre todo cuando consideramos que nos toca cuidar las vidas humanas, merecemos una compensación apropiada.

Un joven recién graduado, que ha estudiado al menos 10 años tras el secundario, que luego debe hacer una residencia, que aproximadamente el 20% de los graduados de medicina pueden hacerla, cobrará, cuando comienza a trabajar, en un hospital público o en una institución privada, un sueldo cercano a los $350.000 (a dólar oficial: 958USD). En países desarrollados, una posición equivalente cobra 3000 Euros o 5000 USD. Valores similares son pagados en países limítrofes. Por ahí, en números se puede entender por qué los jóvenes, se van.

Además de médico, como investigador en Salud, Gongolesi pudo crear 3 laboratorios de investigación básica y translacional en la Universidad Favaloro, y contar con investigadores y estudiantes de doctorado. Incluso, pudo concretar lo que denomina como la “tercera pata”: programas de formación médica y quirúrgica en disciplinas de Cirugía General, y Trasplante Hepático e Intestinal. Hasta el momento, logró formar más de 50 profesionales. Sin embargo, pocos se quedan y son aún menos los que logran mantenerse en la disciplina.

– Con este panorama, ¿cuál es la situación, entonces, de aquellos que se forman en especialidades tan complejas?

– Uno de los cirujanos que formamos y que se capacitó para realizar cirugías abdominales complejas, debió cambiar su práctica y realiza implantes capilares para poder vivir. No todos pueden hacer aquello para lo que se forman, y genera una gran frustración en el individuo y en aquellos que no podemos contratar a todos los que formamos.

Hoy no hay un proyecto de salud que establezca el número de médicos que se necesitan en los distintos puntos del país y que les garantice su trabajo. El 75% de los médicos que hemos ayudado a formar aquí como residentes en nuestros programas, han decidido irse, o se están yendo. Así el país y nosotros perdemos a algunos de los mejores individuos que deberían protagonizar el futuro de la medicina y la ciencia.

– Y con respecto a los investigadores, ¿cuál es la situación?

– Los 110 investigadores en salud están subcategorizados como investigadores independientes (40%), adjuntos (27%), asistentes (16%), principales (15%) y Superiores (2%); siendo que el 70% están en CABA, el 10% en la provincia de Buenos Aires, 9% en Córdoba, 3% en Rosario, 4% en La Pampa y Misiones, y el resto en Corrientes, Neuquén Santiago del Estero y Santa Fe. Pese a ser pocos, se generaron 8425 publicaciones y su concreción implica un trabajo arduo y sistemático, que lleva al menos 2 años. Y son datos que puedo compartir gracias a la colaboración del Dr Alejandro Diaz, ex alumno y hoy investigador en salud en Tandil.

El sistema nacional de investigación, hoy permite aplicar a un número de subsidios que deben redactarse un año, se concursan al año siguiente, y se pagan al tercero. Un mecanismo correcto en un país con estabilidad económica, pero muy difícil de administrar en nuestro contexto. Podemos así acceder a los subsidios otorgados por entidades oficiales, pero el monto anual pagado por un subsidio otorgado por la AGENCIA (Agencia Nacional de Promoción de la Investigación), denominado PICT (Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica), es de dos millones de pesos por año, es decir 5.479 USD oficiales, y se otorga por 2 años.

Este monto contempla el sueldo del becario, además de insumos y equipamientos, pero no un pago para el investigador que lo preparó y es responsable de su desarrollo. Para que sirva como referencia, hoy una publicación internacional tiene un costo de aproximado de 1500USD y la compra de un insumo en el exterior que no son producidos en nuestro país, un valor similar, con esto solo casi se agota el subsidio. Esto nos obligan a buscar otras fuentes o invertir nosotros mismos. El apoyo a la ciencia debe mejorar si queremos ser competitivos internacionalmente. Hacer ciencia es crear, es generar no solo conocimientos, sino tecnología y puestos de trabajo, investigar obliga a pensar, y esto a construir nuestro futuro.

De una beca al futuro

Su pasión por la ciencia y el futuro de la medicina, lo llevaron a impulsar una idea que permite que otros apasionados puedan avanzar, aprender y, a fin de cuentas, seguir salvando vidas. Al consultarle sobre esta decisión, lo resume de una forma sencilla.

“En el año 2017, junto a un grupo de 178 graduados de medicina, cumplíamos 25 años de graduados. Y, para celebrarlo, en nuestro grupo se pensó realizar alguna clase de recuerdo. Pero una noche se me ocurrió una idea: que pusiéramos plata para un fondo común para una beca que permita que chicos sin recursos estudien en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP. Sería una forma de devolver a nuestra casa de estudios algo de todo lo que nos dio, y que mejor recuerdo que ayudar cada año a jóvenes estudiantes, como si fuéramos nosotros”, explicó.

– ¿Cómo funciona esta beca?

– Creamos un fondo económico, que voluntariamente sostenemos desde hace 5 años, que otorga 2 becas por año para estudiantes de bajos recursos, la cual debe ser devuelta una vez que el graduado ingresa a la residencia. Esta modalidad ha permitido sostener el proyecto; además otorgamos una beca de investigación a alumnos que ingresen en un laboratorio de la propia facultad, la misma es una inversión nuestra y no es devuelta, y el alumno colabora en el desarrollo de un trabajo de investigación.

Llevamos 5 años ayudando a chicos de bajos de recursos: ya son 6 los becados, más 5 que han realizado trabajos de investigación. Esta iniciativa se convirtió en el primer ejemplo de su clase, hoy sus beneficiarios la aplauden, pese a que fuimos criticados por el hecho de pedir que el importe se devuelva. Quien la recibe entiende que tiene el derecho de cobrar su beca, pero también la obligación de devolverla para que otro pueda ser ayudado. Funciona como un crédito y es otorgado a argentinos. La beca, además, ha sido motivo de reunión y comunión de un gran grupo de amigos y graduados, que compartimos los mismos valores.

– ¿Cómo ve el futuro de la medicina y la investigación en salud en la Argentina?

– Complejo. Las Facultades de Medicina aceptan formar a un número creciente de alumnoS extranjeros, que ingresan con los mismos derechos que los estudiantes argentinos. Ante la mayor demanda, los docentes deben incrementar el esfuerzo, pero los recursos no se adecuaron, con una exposición práctica baja -impactada negativamente por los días que no tienen clase-, aún pretendemos que los graduados puedan, a pesar de todo, mantener el nivel educativo. Y, me pregunto, ¿existe algún sistema de reciprocidad con aquellos países para los que formamos profesionales?

Hoy no sabemos las reales necesidades de la salud en el país. Los formados, argentinos y extranjeros, compiten luego por sistemas formativos. Y luego, ¿cuáles serán las reales oportunidades laborales de los graduados? ¿Cuál será la compensación una vez formados y de poder establecerse?

Luego, analicemos que esperamos que algunos de estos médicos sean investigadores, para ello deben ingresar en una carrera ad-honorem. Para concretar una publicación, muchas veces deberán invertir hasta de sus propios bolsillos, o recurrir a fondos brindados por terceros; como lo hiciera el Dr Leloir de cuya silla o auto se sigue hablando. Nuestro desafío es lograr motivarlos para que sigan nuestros pasos. Más aún para que deseen quedarse a trabajar en nuestro país y convencerlos de que podrán llegar a ser internacionalmente competitivos.

– Entonces, ¿de qué forma se puede dar respuesta a esta situación?

– El sistema de salud argentino está multi-fragmentado, con serias necesidades no cubiertas y carencias no resueltas. Las instituciones privadas, sobre todo las de alta complejidad, están funcionando en un verdadero modelo experimental de “Bancarrota”; en un contexto económico con insumos dolarizados, inflación y sueldos que deben adecuarse, y limitados a actualizar los valores de las prácticas, pues no se permite incrementarlos en forma proporcional.

Parte de las respuestas deberíamos darlas quienes, de alguna manera, hemos planificado y llevado adelante una larga carrera, y que hoy podemos tener la posibilidad de trabajar en un solo lugar, hacer docencia, asistencia e investigación; pero lamentablemente la realidad ha hecho que cuestionemos nuestro propio futuro.

Durante la pandemia, todo el país nos aplaudía, pero esos aplausos no se convirtieron en proyectos o desarrollos para mejorar la atención o en dinero para que los profesionales que lo hacen puedan preocuparse por continuar formándose y formando.

– Ante este panorama, ¿cuál podría ser la solución?

– La salud y la ciencia de Argentina requieren de que, quienes nos gobiernanescuchen a los que hacemos este trabajo cada día, y entiendan que tenemos la obligación de empezar a dar respuestas. Hay muchas personas con valores. Y tienen que poder ganar lo que corresponde por lo que hacen y por el mérito de sus carreras. He tenido oportunidades para irme, si no lo hice, fue porque valoro lo hecho en mi institución y mi país.

En la actualidad, la salud y la ciencia comparten dos grandes crisis: financiera y moral. La primera se puede resolver si las políticas inmediatas son adecuadas, pero la segunda, para levantarla, requiere de un tiempo mayor y necesita del largo plazo, de sostener la inversión que permita brindar a los jóvenes previsibilidad y oportunidades de desarrollo.

Espero que mis hijos, estudiantes, residentes y becarios vean que muchos de los que hacemos medicina y ciencia, a pesar de todo continuamos intentando dejarles construido un futuro mejor. Este es nuestro momento para revertirlo, de lo contrario, ¿quién cuidará de nosotros?

Extraído de: Infobae Online

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